REFLEXIÓN SOBRE FLIPPED CLASSROOM
En el presente me encuentro inmerso en un curso sobre la metodología Flipped Classroom que sin duda abre un abanico de posibilidades nuevas por/para el docente, las familias y sobre todo, los estudiantes. Sin duda, la elección de romper con la metodología tradicional es un compromiso adquirido en la etapa universitaria y aunque me enfoque crítico ha cambiado: creo que uno debe quedarse con lo más productivo de cada metodología en vez de eliminarla, mi apuesta por metodologías vanguardistas e incipientes en la educación está sellada.
La metodología Flipped Classroom supone una perspectiva absolutamente diferente a la hora de afrontar el aula, ya que el docente pasa a un papel pasivo que, para ser honesto, ya lo llevo realizando desde mi inicio como docente. Me he decantado por la formación en esta metodología por dos cruciales motivos: se les facilitan recursos a los estudiantes que pueden ser empleados sin limitación temporal ni geográfica, y por otro lado, se le da un vuelco a la organización didáctica en el aula, proporcionando un proceso de enseñanza/aprendizaje basado en la práctica.
En resumen, la vida es práctica, aunque la teoría es completamente necesaria. Esta metodología reúne ambas partes modificando las reglas del juego: no limitación geográfica, no limitación temporal, estudiante como centro del proceso, más práctica para desarrollar: el Perfil Competencial, habilidades emocionales y las competencias.
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